CMC y la libertad de prensa

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Carlos M. Castañeda fue considerado un paladín de la libertad de prensa y los derechos humanos en el continente americano.  Aquí presentamos algunos artículos, conferenias  y crónicas sobre el tema.

La libertad de prensa

Carlos M. Castañeda

  No puede hablarse aisladamente de libertad de prensa.

         Hay un vínculo fundamental entre la liberad de prensa y la propia libertad del hombre. Cuando se limita o se coarta la libertad de prensa está también limitándose y coartándose la libertad del hombre. De ahí que no pueda existir una democracia genuina sin una prensa libre e independiente.

Al afirmar que no puede subsistir la democracia sin una prensa libre e independiente, hay que señalar que una democracia no puede principiar sin una participación activa de los ciudadanos en el proceso de la toma de decisiones, y para participar en ese proceso se hace necesario el libre flujo de ideas e informaciones, porque la verdad no es absoluta sino relativa, compleja y plural.

No quiere decirse que un periódico no pueda tener ideas propias o un punto de vista filosófico. “La objetividad periodística”, oí decir un día a Henry Luce, “es un mito” pues los periódicos están hechos por hombres con pasiones y opiniones. El pensamiento objeto, como señalaba el pensador danés Kierkgaard, significa pensar sin un pensador. Pero precisamente por tenerse ideas propias no hay que temer a las ideas ajenas, y de ahí la trascendencia que tiene el flujo de la información libre y el pluralismo de ideas de los periódicos con vistas al afianzamiento de la democracia.

La prensa nace en estado de esclavitud y súbitamente se torna en la vanguardia de la lucha del hombre por su libertad de pensar, de expresarse, de creer, de reunirse. El hombre necesita el oxígeno de la libertad para vivir con dignidad plena para no ser siervo de los absolutismos ayer y de los totalitarismos hoy, como lo vemos en estos momentos en el fascinante espectáculo de la liberación de Europa del Este.

Los primeros periódicos que se conocen en Europa como secuela de la revolución que plantea el tipo movible y la prensa de Gutenberg en 1448, son las gacetas venecianas. Pero esos periódicos y los que siguieron a partir del siglo XV estaban controlados por las clases regentes, como lo eran el Diario de Frankfurt y la Gazette de France, creada por el Cardenal Richelieu. El periódico moderno nace verdaderamente en Londres en el siglo XVII, con la prensa de vapor y por la inquietud de poetas y prosistas ingleses. Pero ya en 1644, con la aparición de la Areopagítica de John Milton y la publicación de panfletos suyos no autorizados es que se produce el enfrentamiento entre la libertad de prensa y el absolutismo del Estado. El razonamiento de Milton a favor de la libertad de prensa suscita la derogación de las licencias, que no eran más que limitaciones al pensamiento libre. A partir de 1644 todos los ingleses con acceso a una prensa o a papel y pluma podían publicar un periódico y defender el nuevo concepto social de la libertad de prensa. El rey Carlos I de Inglaterra accede en sus últimos cuatro años a reconocer la libertad de prensa, hasta que Cromwell lo decapita en 1649.

La angustiosa búsqueda de la verdad del filósofo John Locke que creía que nadie podía escribir algo que fuese verdad y que todo lo contrario no fuese cierto, influyó profundamente en el pensamiento de los Padres Fundadores de la Nación Norteamericana cuando redactaron la Constitución de 1789 donde se consagraba la libertad de prensa, y para reafirmarlo en su Primera Enmienda se advertía que “no podría hacerse ley alguna que limitara la libertad de prensa o expresión”. Aquí nacía el concepto moderno de la libertad de prensa.

No pretendían que la prensa dijera la verdad o fuese objetiva. Sabían de los prejuicios y de las pasiones humanas. Pero lo que pretendían era crear un “mercado de ideas”, en el que nadie tuviera el derecho a determinar cuáles ideas eran ciertas y cuáles no lo eran. El ciudadano, en última instancia, libremente habría de seleccionar en el mercado de ideas cuáles consideraba mejores para gobernarse.

“Las trincheras de ideas” de que hablara mi José Martí siempre han inquietado a quienes aspiran a controlar la búsqueda de la verdad, el pensamiento del hombre y el progreso del conocimiento. Quizás por ser la libertad de prensa la piedra angular de la estructura social de las libertades del hombre, la libertad de prensa sea vista con recelo. El pensador Alexis de Tocqueville admitía que “amaba la libertad de prensa más por los males que evitaba que por el bien que traía”. El celo revolucionario de Lenín descartó la libertad de prensa como un “concepto burgués” y concibió la prensa como “instrumento de propaganda y agitación al servicio del partido”. Todavía su discípulo Mijaíl Gorbachov en su “glasnot” concibe la liberalización de la prensa siempre que sirva para denostar a los adversarios de sus reformas, pero ya hace días advirtió que tenía sus límites. Aun en nuestras sociedades se oyen críticas al “libertinaje de la prensa” y se habla con un eufemismo consciente o inconsciente de “una prensa responsable” y de “una prensa objetiva”, pero desde luego, que convenga al pensar y al sentir de unos, que esté de acuerdo a los prejuicios de otros.

Como ayer con la prensa de Gutenberg, la libertad salió de las sombras y con la libertad de prensa se consolidó la democracia – a decir de Churchill – “el menos imperfecto de los sistemas de gobierno”, la tecnología moderna está dando el golpe de gracia a los oscurantismos totalitarios de fin de siglo. La quiebra de la economía planificada y el estatismo socializante que prohijan la ineficiencia y la ineptitud para beneficio de los menos; la interdependencia económica que exige de las naciones competir en el mercado libre, y el desarrollo de la informática con el milagro de la microficha abren una alentadora perspectiva para la libertad cara al siglo XXI. El ordenador personal hoy, como la prensa de Gutenberg en su día, produce la revolución de la información y da el tiro de gracia a las limitaciones autoritarias de las ideas.

Vivimos en el ocaso de la mordaza y los totalitarismos.

La tecnología, que como moderna palanca mueve al mundo, consolida la libertad de las ideas y de su foro por antonomasia la prensa libre, la gran forja de la sociedad democrática.

 Carlos M. Castañeda - Manuscrito hallado entre sus papeles, escrito de puño y letra,

 

Carlos M. Castañeda y su visión de Cuba

Carlos Alberto Montaner

         Si a Carlos M. Castañeda, tan enamorado de la historia de su Cuba, le hubiera sido dada la oportunidad de escoger la fecha de su muerte, probablemente habría pensado que el 10 de octubre podía ser la adecuada. Al fin y al cabo, ésa fue la que en 1868 eligió otro Carlos, apellidado Céspedes, para comenzar la difícil tarea de independizar a los cubanos de España. Una aventura, por cierto, que siempre despertó el interés de Castañeda, quien viviera muy orgulloso del tío abuelo que hizo la guerra y vivió para contarlo.

         Hace exactamente un año que Carlos murió en Lisboa, víctima de una leucemia fulminante. Unas cortas vacaciones lusitanas junto a Lillian, su querida mujer de toda una vida, y junto a una de sus hijas, proporcionaron el marco inesperado para su despedida. Como llegó a saber que su muerte era inminente, y tuvo la entereza de despedirse serenamente de sus seres queridos, supongo que esa última tarde, levemente iluminada por el otoño lisboeta, debe haberle traído a la memoria las imágenes de La Habana que amó tanto, del San Juan que convirtió en su patria sustituta, de la América que recorrió tantas veces para hablar de la prensa, de la libertad y de los periodistas oprimidos.

         Y no fue ésta una vocación tardía, sino asombrosamente temprana. Poco después de la muerte de Castañeda, el periodista colombiano José Font Castro me hizo llegar copias de unas cartas personales que Carlos le remitiera medio siglo antes, en 1954, desde Missouri, donde hacía un postgrado en periodismo. Carlos, muy amistosamente, le reprocha a Font – un excelente escritor dotado de un inagotable sentido del humor – que tuviera dudas sobre la carrera que ambos habían elegido ¡y se acercara a la publicidad! ¿Qué profesión podía ser más útil que el periodismo para contribuir a sanar los problemas de la sociedad? ¿En qué mejor trinchera se podía servir a las causas más nobles?

         Cuando Carlos le escribe a Font Castro, recuérdese que era 1954, a algo más de un año del golpe militar de Batista y pocos meses después del asalto al Moncada dirigido por Fidel Castro. Castañeda sólo tenía 21 años cuando escribió esas cartas.

         Es conveniente publicar estos textos. Lillian prepara una antología de su obra – artículos, ensayos, entrevistas – y en ella no debe faltar la correspondencia trascendente. Carlos fue el periodista más importante de la historia cubana. Las futuras generaciones deben saber por qué.

Publicada en El Nuevo Herald el 10 de octubre de 2003.

A continuación, partes relevantes de la carta de Castañeda a Font Castro el 3 de enero de 1954:

“Como tú, he coqueteado también con la publicidad. Me gusta, pero sinceramente, el periodismo me fascina. Nuestro amigo, el doctor Raúl Gutiérrez, me ha tentado en varias oportunidades, pero he sabido resistir. Actualmente estudio varias asignaturas de publicidad, más que con interés práctico inmediato, como refugio de los días malos.

“No me puedo quejar de mi suerte en el periodismo. Logré empezar en un gran diario y hoy, perdóname la inmodestia, tengo ya cimentado un nombre dentro de la profesión.

“Quizás ignores que trabajé hasta mi partida para este país como jefe de información de El Mundo, en Televisión. Allí también la suerte batió en mi favor y pese a numerosos obstáculos logré levantarle el ‘rating’ al programa, mediante un estilo novedoso y atrevido, que obtuvo entre otros preciados galardones una semana de clausura por la dictadura, valga la cacofonía.

         “Actualmente, acabo de firmar un contrato con CMQ Televisión para enviarles las entrevistas que realice con los personajes que encuentre a mi paso. Tengo en cartera a Adlai Stevenson, el cardenal Spellman, tu compatriota Germán de Arciniegas, Milton Eisenhower, John Moors Cabot, varias figuras de la ONU y quizás el propio presidente Eisenhower.

         “El viaje me está resultando una notable experiencia. No ya por lo que se aprenda en la Universidad, sino porque me ha servido para mejorar mi posición en El Mundo. Entrevistas exclusivas con Harry Truman, Trygvee Lee, Eddie Gilmore y Chester Bowles e informaciones especiales en el Valle del Tennessee y en Oak Ridge, donde se fabricó la primera bomba atómica, me han consolidado de verdad dentro de la empresa.

         “Cuando regrese a La Habana en mayo, dejaré definitivamente los deportes, y es posible que se me asignen las informaciones especiales. Sin embargo, si uno de nuestros cinco canales de televisión, en especial el 6 o el 4, me hace una buena oferta, dejaré El Mundo para consagrarme al nuevo medio, donde estoy seguro tener un porvenir extraordinario.

         “Sin embargo, Pepe, no todo es alegría en el corazón. La situación de Cuba se agrava por minutos y sinceramente me inquieta. Tú conoces los gobiernos de fuerza y los dictadores de bolsillo de que padece la América.

         “Me voy a extender un poco en detalles, pues sé que el tema te interesa. Batista, que cuando estuviste en La Habana estaba gobernando a la usanza democrática, ha tenido que arrojar la máscara y volver a su viejo estilo duro de otras épocas.

         “Desafortunadamente, el estado de opinión contrario al régimen no ha logrado encauzarse por la falta de un verdadero líder de oposición. El frente antigubernamental está en la calle, pues la incapacidad, la ambición y la mala fe de los dirigentes políticos han frustrado la unidad.

         “Lejos de la patria que sufre, después de haber padecido clausuras y amenazas, visto en proyección, el sombrío panorama no puede menos que inquietarme. La crisis institucional de Cuba tiene dos salidas, la electoral o la insurreccional. Batista, y más que él, los militares que le rodean, cierran el paso a la primera. Dos convocatorias a elecciones han sido pospuestas y el proceso comicial de noviembre no tiene el calor de la calle. Siete partidos nacionales han sido inscriptos, cinco de los cuales obedecen al índice de Palacio y dos representan fracciones de la dividida oposición.

         “En Cuba se conspira y se está trabajando de verdad para un movimiento armado. Sin embargo, te digo que soy opuesto a cualquier intento insurreccional, como los que se planean ahora. Considero que sería beneficioso para el país ir a una revolución, pero a una verdadera revolución, que entrañara algo más que un simple cambio de hombres. No creo que debe derramarse sangre cubana para salir de Batista y volver a Carlos Prío.

         “Pero desgraciadamente ésa es la alternativa. El fracaso del movimiento consolidaría a la dictadura, y la represión sería terrible. Su triunfo significaría el retorno de Prío y sus hombres. Sin embargo, también pudiera producirse el tercer factor. El militar desconocido hoy, que aprovechando la incertidumbre se adueñara del ejército y estableciera una Junta Militar a la hechura de la venezolana.

         “Quizás, como acostumbrabas en nuestras charlas de madrugada, me preguntarías: ¿cuál es tu solución? Sinceramente, no veo otra que devolver al país su status legal. ¿Cómo? Pues, recurriendo a unas elecciones, que como es de esperar ganarían Batista y sus hombres, pero que servirían para abrir el Congreso y brindar una situación distinta. Estoy seguro que dentro de cuatro años se produciría el mismo fenómeno electoral de 1944, donde a los coroneles del 4 de septiembre, enriquecidos a la sombra del poder, ya no les interesaba el gobierno y querían irse a gastar los dineros mal habidos en las capitales de Europa y América. Recuerda que nuestros militares no son hombres de carrera como en Sudamérica, sino de circunstancias.

         “Pepe, soy totalmente contrario a derramar sangre sin un propósito definido. Una revolución repercutiría en nuestro progreso económico y cultural y, sinceramente, no hay derecho a llevar a un país a una lucha fratricida, alimentada sólo por la ambición desmedida de una y otra parte. Soy partidario de la lucha interna, si ésta sirviera para castigar a los responsables de hoy y de ayer, pero no al sólo cambio de nombres.

“Cuba sigue como tú la dejaste. Más que crisis en la economía hay retención de capital, esperando el desarrollo de los acontecimientos. La inconformidad crece por días y a veces ésta se torna en indignación cuando aparece el cuerpo torturado de un hombre o el cadáver de un adolescente.

         Este 1954 será un año decisivo para Cuba. Desafortunadamente, estamos a las puertas de una guerra civil, siempre funesta. Quiera Dios que, si nuestro suelo vuelve a regarse con sangre, el sacrificio de unos no resulte estéril”.

         El 23 de febrero de 1954, Castañeda le escribe a Font Castro, entre otras cosas:

         “Debo poner en tu conocimiento una nueva que de seguro habrá de estremecerte: ¡renuncié en El Mundo! No podía proceder en otra forma, pues ése era el precio de la dignidad y del honor. Traicionaría principios que aprendí en la cuna misma, aun cuando adoptara la socorrida indiferencia de los pusilánimes.

         “No comprendes todo esto. Lo sé y por eso voy a tratar de ofrecerte en breve trazo la síntesis de la tragicomedia que vive hoy El Mundo.

         “El doctor Luis Botifoll, abogado por profesión, pero periodista por devoción, defendió la independencia de El Mundo desde el cuartelazo miserable de marzo. Amadeo Barletta, accionista minoritario y fascista confeso, pretendió silenciar a El Mundo, pues el amo no le reclamaba otra cosa, para favorecer sus intereses en GMC. (General Motors Corporation; entre otros negocios, Barletta era el representante exclusivo de la General Motors en Cuba).

         “Ante la valiente intransigencia de Luis Botifoll, que representa a la mayoría de accionistas, el italiano pandillero se presentó una madrugada en El Mundo, acompañado por una gavilla de pistoleros del Servicio de Inteligencia Militar y se apoderó del periódico.

         “¡Estos sucesos lamentables e inquietantes se produjeron en Cuba!, mi querido Pepe.

         “Hoy la reclamación legal está establecida ante unos tribunales culpables, que temen a la fuerza, olvidando que como decía nuestro querido Martí: ‘Más puede un principio justo desde el fondo de una cárcel que la pujanza de un ejército’.

         “Pero hay más, Pepe. La redacción de El Mundo, que sólo debe a Botifoll gratitud, respondió como Pedro después de la Última Cena. Salvo contadas excepciones, se firmó un documento de respaldo al italiano entreguista.

         “¿Me comprendes mejor ahora? Desde aquí no podía menos que renunciar en respaldo a Luis Botifoll, No me preocupa El Mundo como fuente de trabajo. Bohemia me ofrece un refugio en sus páginas. Pero el precedente de fuerza de una parte y el comportamiento indigno, que refleja la descomposición social del país, me embargan de veras el espíritu. El Mundo, tú lo sabes, más que lugar donde ganar el pan de cada día, tiene para mí un motivo sentimental: aprendí a leer en sus titulares de primera plana y gateé en su redacción una profesión de la que quiero vivir con orgullo y sin dobleces.

         Tu consejo he querido aceptarlo en estos minutos en que zozobra la fe y la esperanza se consume por momentos. Clamo por uno de los ‘imposibles de la historia’, pues Cuba marcha inevitablemente hacia el despeñadero.

         “Enero fue para mí mes de grandes decisiones. Como paliativo a la tragedia de El Mundo, de la que no puedo ni debo ser ajeno, me llegó una comunicación de New York, notificándome la extensión de mi beca. Es decir, debo completar un semestre más en la Universidad y en junio, emprender mi viaje por periódicos y plantas de TV.

         “Aunque esta Columbia [ciudad donde ubica la Universidad de Missouri, donde estudiaba] es una aldeíta fría y apartada, no se pasa mal. Las ‘gringas’ son chicas alegres y sin prejuicios hipócritas. Se aprende algo y sobre todo se mejora el inglés. Mi posición dentro de la Universidad es amplia. Se me trata con demasiado respeto y consideración. No hay semana en que no me pidan una disertación sobre periodismo, radio y televisión, en Cuba o en las Américas.

“Próximamente pienso iniciar mis colaboraciones en Bohemia, Deseo comenzar con una información sensacional y por eso me he demorado un tanto. Estoy en contacto directo con Adlai Stevenson, candidato derrotado frente a Ike Eisenhower y figura presidenciable para 1956. El hombre, más que inteligente, es brillante y puede ofrecer interesantes puntos de vista.

“Veo que diferimos un poco en nuestra innata inclinación periodística. Quizás sean por razones de medio o de influencia norteamericana. A ti te gusta el periodismo a la usanza europea, de columna y opinión editorial. A mí me fascina la noticia y la técnica reporteril de los periódicos ‘yankees’. Pérdoname si te lastimo, pero ésa no es mi intención: tú eres, como confiesas a medias, más escritor que periodista. Tienes en el periódico el refugio obligado de la necesidad, pero con seguridad que no vives la redacción con toda la intensidad que yo la vivo.

“Tu carta me ha servido para ‘desahogarme’, pues aquí con estos ‘gringos’ de mentalidad infantil y estas ‘gringas’ de corazón liviano no se puede hablar de estas cosas. No las comprenden”.

 

Denunciada la intriga ante la SIP

El Nuevo Día impugnó ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) la represión de la libertad de prensa por Germán Rieckehoff Sampayo y El Mundo.

En un cable al Director Ejecutivo de la SIP se acusa la acción combinada en forma de contubernio para impedir la entrada de los periodistas de El Nuevo Día que iban a cubrir los Juegos Centroamericanos en Cuba, impidiendo premeditadamente el libre acceso a la información amplia y objetiva.

La protesta expone detalladamente la maniobra, denuncia la detención de los cuatro periodistas de El Nuevo Día y pide una investigación para fijar responsabilidades por los manejos “discriminatorios y coactivos”contra la libertad de prensa.

Dice así el mensaje enviado por cable ayer:

W.P. Williamson, Jr.

Executive Director

Sociedad Interamericana de Prensa

2911 N.W. 39th Street

Miami, Florida

Denunciamos el contubernio del presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, Germán Rieckehoff Sampayo con las empresas El Mundo, y el gobierno totalitario de Cuba con el propósito de beneficiar a El Mundo y otros medios de los Juegos Centroamericanos y del Caribe que están celebrándose en La Habana.

Como presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, Rieckehoff tenía el poder de acreditación y entrada en Cuba de los periodistas, y, en todo momento, empleó esas atribuciones para beneficiar al periódico El Mundo y a su televisora Telemundo en detrimento de El Nuevo Día y otra estación de televisión local.

El pasado viernes se negó la entrada en La Habana al jefe de la sección deportiva de El Nuevo Día, Jesús García, quien tenía su acreditación periodística en regla. En La Habana se adujeron tecnicismos de inmigración que estaban dentro de las atribuciones de Rieckehoff. Pretendió admitírsele como “turista”, no como periodista. Más tarde, ante la insistencia de García de ejercer sus funciones como periodista, las autoridades cubanas despojaron de su acreditación a García, al redactor David Colón y a los fotógrafos Luis Ramos y Gary Williams. Se les mantuvo incomunicados durante 12 horas, en virtual arresto en el aeropuerto y se les expulsó en un avión hacia México. En su edición de hoy domingo, uno de los redactores de El Mundo, informando desde La Habana, hace suya la versión oficialista de la dictadura cubana que alega que García pretendía “entrar a la brava” en Cuba, una aseveración falsa, totalmente reñida con los hechos.

Demandamos de la Sociedad Interamericana de Prensa la designación de una comisión investigadora que venga a Puerto Rico a precisar los pormenores de los manejos discriminatorios y coactivos del Comité Olímpico de Puerto Rico en la acreditación e ingreso de periodistas en Cuba para cubrir los Juegos Centroamericanos; a determinar el sospechoso contubernio del Comité Olímpico y El Mundo con el gobierno totalitario de Cuba en detrimento de la información libre; que investigue la inclusión de periodistas dentro de la delegación olímpica de Puerto Rico mediante un sospechoso canje de anuncios entre el Comité Olímpico y varios medios, que, evidentemente, mediatiza la libre orientación e información periodística. Consideramos que el presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, en uso de atribuciones conferidas por el régimen totalitario de Cuba, pretende coartar la libertad de información de la prensa independiente puertorriqueña y beneficiar a periódicos y periodistas dóciles, que se prestan a sus manejos personalistas.

Carlos M. Castañeda

Director

Información publicada en El Nuevo Día el 9 de agosto de 1982.

Un carné no hace al periodista

Chu García

Con la batuta de Carlos Castañeda, a quien jamás le temblaba la mano a la hora de defender los postulados del periodismo objetivo, vertical y honrado, el diario El Nuevo Día destruyó la orquestación de contubernios, de cualquier índole, de otros medios de comunicación puertorriqueños con empresas o instituciones poderosas. Aplicaba asimismo a gobiernos extranjeros, aunque fuesen de alguna latitud americana de hondas raíces sociales con Borinquen, tal como es el caso de Cuba.

En agosto de 1982, empero, se suscitó un golpe contundente a la democracia, provocado por Germán Rieckehoff Sampayo, a la sazón presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, con intenciones claras de que El Nuevo Día no pudiera asistir a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que se efectuaban en La Habana. Aducía que yo, entonces jefe de Deportes, era un ciudadano cubano non grato, que siempre había estado en contra de ese gobierno revolucionario, aprovechando su enlace directo con el comité organizador, encargado de concederle los visados a atletas, entrenadores, funcionarios deportivos y periodistas extranjeros, que en vez de emitirse en pasaportes se certificaba en una credencial con foto y señas del individuo que se debía llevar en todo momento colgada del cuello.

Rieckehoff Sampayo dio órdenes al abogado cagüeño Libertario Pérez, nombrado por él como Jefe de Misión de la delegación nativa a dicha competición regional, para que evitara a toda costa que tres compañeros de END y yo pudiéramos pisar tierra habanera y darle una cobertura amplia, editorial y gráficamente a la mencionada justa, con una duración aproximada de dos semanas.

Esta actitud de Rieckehoff Sampayo surgió cuando yo publiqué el mes anterior una nota en una edición del semanario Domingo Deportivo, en la que se especulaba que posiblemente habría bajas en excursiones a La Habana, debido a las presiones de Washington para que deportistas boricuas desistieran de acudir a un país sometido hacía años a su embargo comercial, y con el que, de paso, no mantenía relaciones diplomáticas, lo cual surtió un efecto económico negativo a su causa puramente comercial.

El mandamás de COPUR, que sería bautizado por Castañeda como el “Zar del Olimpismo” por su modus operandi tiránico, había llegado a un acuerdo exclusivo con “Viajes Juegos Centroamericanos Habana 82”, para que transportara a todos los integrantes, incluso los competidores y oficiales, amén de que les diligenciara su estadía en hoteles a los turistas y periodistas. Le ayudaba  en la coordinación el presidente de la Federación de Remos, Mario Dumont, quien no dejó que el operativo de END, – conformado también por el reportero David Colón y los fotógrafos Luis Ramos y Gary Williams –, abordara un avión fletado en el aeropuerto internacional de San Juan, arguyendo que yo no tenía una visa adecuada – lo cual no era cierto – y que, por tanto, no me dejarían entrar a la capital cubana.

Con su sapiencia periodística, que comenzó como reportero estrella de la legendaria revista Bohemia en la Cuba de los 50, Castañeda no se amilanó frente a la adversidad de negársenos acceso al avión fletado por COPUR, y logró que viajáramos en un vuelo vespertino de Mexicana de Aviación hacia Mérida, en donde por la noche llegaría un DC-10 de la aerolínea Cubana para recoger a los “turistas” boricuas, permitiéndose a nosotros abordarlo sin contratiempos.

En menos de una hora, la vetusta nave tocó suelo cubano, pero como quiera se me privó de cruzar el control de inmigración y aduanas. Mis compañeros decidieron solidarizarse conmigo, tal como les había indicado Castañeda si surgían nuevos inconvenientes, quedando todos castigados en un rincón de la Terminal Internacional, bajo custodia militar, en lo que partiéramos de regreso a Ciudad de México a las 2:30 de la tarde del viernes, en donde pernoctamos para volver a San Juan en el anochecer del sábado.

Esa misma noche, Castañeda nos pidió que escribiéramos pormenorizadamente lo acontecido, y que utilizáramos todos nuestros recursos y mañas para brindarle al país la mejor información de lo que sucediera en La Habana, y pudiéramos demostrar que nadie ni nada podía amordazar a El Nuevo Día, que a fin de cuentas cubrió las incidencias de los Juegos mejor que los demás periódicos locales.

Durante 11 días seguidos, Castañeda estuvo editorializando sobre la situación, condenando la conspiración de Rieckehoff y sus camarillas, haciendo hincapié siempre en la complicidad de El Mundo y las demás informaciones mediatizadas que provenían de La Habana.

Castañeda, pues, demostró meridianamente que los valladares periodísticos no existen si se pone empeño en buscar la noticia por encima de los sinsabores; y nos enseñó nuevamente que “Ser Periodista” no lo dicta un carné, sino la acción, la pasión y la vocación…

Chu García trabajó en El Nuevo Día desde 1972 hasta 1996. Fue Jefe de la Sección de Deportes y Director del periódico. Actualmente es columnista de ese diario.

 

Sí, la Libertad de Prensa está en debate

Parece mentira ver la conducta que está asumiendo El Mundo ante la patraña de Germán Rieckehoff, en su intento por amordazar a El Nuevo Día. Decir, como dice ayer en un editorial sin argumentos, que “es ridículo”denunciar que la libertad de prensa está involucrada en esta polémica, resulta lamentable en un periódico que desde los días del inolvidable Ángel Ramos ha librado grandes batallas por la libertad de información.

Sí, señores de El Mundo, aquí lo que está en debate es el abuso de poder del Führer olímpico de las atribuciones de acreditación para vetar a “Chu” García por razones personales.

No quiérase culpar únicamente al régimen totalitario de Cuba por el incidente, como pretende El Mundo en su editorial. En cierto sentido las autoridades cubanas de inmigración – hay que admitirlo en beneficio de la verdad – procedieron con mesura. El hecho de admitir a García como “turista”es expresión que él sí tenía sus papeles en regla, un punto que ahora quieren tergiversar los acólitos de Rieckehoff. Que García no pretendía “entrar por la brava”, otra patraña que pretende urdirse. Al admitirlo como “turista”, las autoridades cubanas manifiestan su neutralidad en el entuerto; correspondía al presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico reafirmar la acreditación periodística.

Pero García no podía correrse el riesgo de ingresar al país como “turista”. Dentro de un régimen totalitario sin ley ni derechos, con la animosidad personal del presidente del Comité Olímpico de Puerto Rico, constituía una temeridad aceptar entrar a Cuba en esas condiciones. Por eso, García hizo bien en rechazar la propuesta. Y si él no era admitido, sus compañeros de El Nuevo Día, por elemental solidaridad, también tenían que retirarse.

EL Mundo no quiere ver las implicaciones que para libertad de prensa tiene la patraña de Rieckehoff. Lamentablemente, un periódico con una vieja tradición de defensa a la libre información prefirió callar ante el atropello; en su redacción, el sábado, su columnista deportivo celebraba con euforia que “El Nuevo Día estaría fuera de Cuba”, y su corresponsal Juan Cepero, desde La Habana, decía, incluso días antes del incidente, “acá se especula que uno de la competencia no hará el viaje a Cuba. Es una lástima. Ellos se lo pierden y los lectores tendrán que recurrir al más completo de Puerto Rico, El Mundo”.

Por casualidad, ¿referíase Cepero a García y a El Nuevo Día? ¿Cómo podía rumorarse tal especie si aún los hombres de este periódico no habían salido de Puerto Rico?

Si faltaran más ingredientes al escarnio, El Mundo admite con ingenuidad en su editorial que sus reporteros y fotógrafos viajaron a Cuba en un intercambio de pasajes por publicidad con el Comité Olímpico. Dicen que es “una transacción legal de ética comercial”, pero, no lo es de la mejor ética periodística. ¿Cómo es posible que la empresa de comunicaciones más poderosa de Centroamérica y el Caribe intercambie unos pasajes, contraiga un compromiso con una entidad tan polémica como el Comité Olímpico que, supuestamente, está bajo el escrutinio periodístico? Recuerden los señores de El Mundo que los periódicos, como la mujer del César, no solamente tienen que ser honestos sino parecerlo.

Pero no es sólo en el canje de pasajes con el Comité Olímpico donde está envuelta la mejor ética periodística de El Mundo. Hay que preguntarle a los directores del diario dónde está la objetividad periodística de la información que están enviando desde La Habana sus corresponsales Juan Cepero y Miguel Santiago, dos conocidos militantes de la extrema izquierda puertorriqueña. Así, los lectores de El Mundo pueden explicarse los términos loables para “el paraíso” cubano que Cepero dedica en sus crónicas; el ataque miserable de Santiago a García haciendo suya versiones oficialistas de un hecho que él no presenció. ¿Cuál es el criterio de los directores de El Mundo en asignar a estos señores la información desde Cuba cuando en la redacción del periódico sobran periodistas sin compromisos ideológicos tan profundos? ¿Cómo es posible que toda gacetilla propagandista de Cepero haya encontrado espacio en las páginas de El Mundo?

Decíamos en un principio que parecía mentira ver la conducta que está observando El Mundo ante la patraña de Rieckehoff, para amordazar a El Nuevo Día. Parece mentira que los actuales directores de El Mundo vuelvan las espaldas a la mejor tradición periodística de don Ángel Ramos. No podemos creer que la presidenta de El Mundo, doña Tina Hills, la viuda de Ángel Ramos, la ex presidenta de la Sociedad Interamericana de Prensa, que vive permanentemente en Miami, esté consciente de lo que está ocurriendo en los predios de Hato Rey. El espectáculo televisivo de Telemundo, el pasado domingo, dedicado a presentar la propaganda castrista durante horas y horas, de “un pueblo alegre, feliz, pictórico en abundancia”, una imagen reñida con las más recientes manifestaciones del dictador cubano, constituyen un bochorno; las crónicas de Cepero son repugnantes. El propio silencio de El Mundo en el atropello a García es asombroso. Constituyen una contradicción en la trayectoria vertical de la señora Hills, fiel a la tradición de Ramos, que es sólo posible explicar por su ausencia de Puerto Rico.

En verdad, no hay malicia de El Nuevo Día en su enjuiciamiento, como dice El Mundo en su editorial; sabemos que las verdades duelen. Lamentamos en realidad, ver caer tan bajo a un adversario que siempre hemos respetado, y que en una época fue símbolo del mejor periodismo.

 

Editorial publicado en El Nuevo Día el 11 de agosto de 1982.

 

Coacción intolerable

No es práctica recomendable para los políticos declarar personas “non grata” a los periodistas. Recuérdese que los políticos tienen su momento y en su día pasan a la historia, y los periodistas quedan como narradores de la historia de todos los días. Pero esta vieja verdad parece olvidarse con frecuencia, en Puerto Rico y fuera de Puerto Rico, por los profesionales de la política.

         La carta enviada por el secretario del Partido Nuevo Progresista al director de The San Juan Star – y hecha suya por el Gobernador en su condición de presidente de esa colectividad – solicitando que no se asigne a un determinado periodista para informar sobre las noticias de ese partido, constituye la restitución de un procedimiento que creíamos superado entre nosotros. Mandar carta o hacer llamadas por teléfonos para impugnar periodistas, por parte de autoridades o políticos es una forma de coacción inadmisible dentro del concepto democrático puertorriqueño. Por eso, se repudió en el pasado, y resulta repugnante en el presente.

         Si el periodista tachado observó una conducta improcedente, formúlese cargos – si los hay – conforme a la ley; si abusó de una confianza dispensada, téngasele menos confianza. Pero no quiera justificarse la negligencia de un funcionario al dejar a la vista del periodista documentos de cierta confidencialidad, pretendiéndose limitar las funciones de un informador público.

         Ya es hora, dentro de la madurez de nuestra democracia, que gobernantes y políticos comprendan la función de fiscalizador público que corresponde a la Prensa en una sociedad libre: pretender tachar periodistas en forma antojadiza, manipular a los periodistas a conveniencia, o convertirlos en chivos expiatorios, es expresión del desconocimiento del papel que corresponde a unos y otros.

Editorial publicado en El Nuevo Día el 25 de marzo de 1983 luego de que el Partido Nuevo Progresista declarara “non grato” al periodista Manny Suárez y solicitara del periódico The San Juan Star que no lo asignara a cubrir informaciones en las oficinas de la colectividad.

Titán de la prensa libre

viernes, 11 de octubre de 2002

Por Agnes J. Montano

End.amontano@elnuevodia.com

 Según caían dictaduras en América Latina, Carlos Castañeda, fue llamado a edificar líneas de defensa a la libertad de prensa mediante el desarrollo y mejoramiento de diarios a los que impartió su singular destreza para saber elegir la noticia y destacarla.

 

Editores de algunos de los más de 20 periódicos y revistas a los que Castañeda sirvió de consultor en América Latina desde la década de los 70, y otros que hermanó en amistad, destacaron cómo su sagacidad para intuir lo que el público quería leer, su pleno conocimiento de los elementos de diseño para colocar y destacar la noticia, sumado a una férrea defensa de la libertad de prensa lo convirtieron en el más influyente de su tiempo.

 "Ayudó a crear decenas de periódicos en América Latina. A medida que caían dictaduras, periódicos en países democráticos solicitaban su ayuda y consejos. Se convirtió en uno de los periodistas más influyentes en el hemisferio", dijo Alberto Ibarguen, presidente del Miami Herald Publishing Co, que publica el Miami Herald y El Nuevo Herald.

"Quiso a Puerto Rico como si hubiese sido puertorriqueño. Quiso a Miami como un padre que ha visto crecer a un hijo extraordinario. Pero murió sin lograr su sueño de poner un periódico independiente en su Cuba natal, la Cuba de un futuro brillante y libre", lamentó Ibarguen.

ROBERTO EISENMAN, presidente de la Junta de Directores del diario La Prensa en Panamá lo describió como "el mejor director de periódico que produjo este continente".

"Él sabía de la parte editorial, era universal en sus conceptos y conocía el mecanismo industrial y comercial de un periódico… estaba redondeado en todas las áreas, nunca conocí a alguien así en todas mis andanzas, que fueron muchas", indicó Eisenman.

El panameño recordó que cuando se dio a la tarea de crear La Prensa durante la dictadura de Omar Torrijos preguntó quién era el mejor diseñador de diarios y le dieron el nombre de Castañeda.

 "Me monté en un avión (a Puerto Rico) y le toqué en la puerta. Cuando le expliqué mis intenciones me preguntó '¿sabe el lío en que se está metiendo'? A partir de ese momento Castañeda se convirtió en un pilar del periódico panameño.

 Muchos de los talleres que Castañeda ofreció fueron a través de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organización con la que comenzó a colaborar desde la década del 50.

Ayer, su director ejecutivo, Julio Muñoz, destacó la labor de Castañeda como defensor de la libertad de prensa e instructor. "Tenía un ángel muy grande. Cuando enseñaba no era teórico, era práctico. Mostraba lo que sabía hacer, y enseñaba con sus gritos, expresiones, riéndose incluso de los defectos, sostuvo Muñoz. "Era un hombre muy especial, muy entregado, un santo de esa religión que se llama periodismo", añadió.

 En sus conferencias, recordó Muñoz, siempre hubo tres constantes: la alusión a la historia de éxito de El Nuevo Día; el destaque de la importancia de que detrás de una gran publicación tiene que haber un gran hombre, un gran periodista; y su acostumbrada frase de "a vestir el muñeco" en alusión al montaje diario de las noticias.

 "… tenía el instinto de saber elegir las noticias, las informaciones y las columnas de opinión, y la sabiduría de darles el rango tipográfico y el lugar adecuados. En eso precisamente consiste el talento de los grandes directores: intuir qué quiere leer el suscriptor y saber dónde quiere verlo colocado", manifestó el periodista cubano Carlos Alberto Montaner en una columna que escribió sobre el legado de Castañeda.

 

Carlos Castañeda

maestro de periodistas y defensor de la prensa libre

por Carlos Franqui, editor de Carta de Cuba

En la madrugada del 10 de octubre, falleció en Lisboa, Portugal, Carlos Castañeda Angulo, a causa de un fulminante ataque de leucemia en la médula Carlos Castañeda, maestro de periodistas, fundador, director y creador de numerosos periódicos en América y uno de los mas ilustres periodistas cubanos, exiliado desde 1960.


Carlos Castañeda Angulo tenía 70 años de edad y deja una numerosa familia. Sus restos, luego de ser cremados en Portugal, serán trasladados a Puerto Rico donde su familia oficiará una ceremonia mortuoria de carácter privado. Carlos Castañeda estudió en la escuela de periodismo Carlos Márquez Sterling, de La Habana, donde fue compañero, entre otros, del novelista Guillermo Cabrera Infante. Se inició como reportero del periódico El Mundo, pero su verdadera escuela fue la sección  en Cuba, que dirigía Enrique de la Osa en la revista Bohemia, de Miguel Ángel Quevedo.  Trabajó  también, en la emisora Unión Radio y en CMQ televisión. Fue uno de los primeros en entrevistar al comandante Fidel Castro, a su llegada a La Habana, en enero de 1959.


En septiembre de 1960, cuando la prensa era nacionalizada, Castañeda partió para el exilio, trabajó en la revista Life en español, y le hizo una entrevista a Ramfis Trujillo en 1961, cuando la muerte del dictador dominicano. Fundó y dirigió, con gran éxito editorial, durante muchos años, el periódico El Nuevo Día, de San Juan de Puerto Rico. Recientemente fue llamado a dirigir El Nuevo Herald de Miami, Florida, aumentando su circulación y calidad, y dejando para que lo sustituyera a su discípulo y actual Director Humberto Castelló.


Castañeda era conocido en medios periodísticos, de América Latina como " el médico de la prensa" , por su probada capacidad en dar buena salud a periódicos en crisis.  Fue uno de los mas esforzados colaboradores en el engrandecimiento de la Sociedad Interamericana de Prensa -SIP- donde además se ocupaba de denunciar la falta de libertad de prensa en América y particularmente en Cuba. Castañeda fue un animador de la prensa independiente de la isla y del proyecto Carta de Cuba, del que era uno de los sustentantes. 


Este maestro de periodistas, que en su vida real tantos sueños forjó, no pudo ver hecho realidad su último sueño:  " Hacer y dirigir un periódico en Cuba libre". 

Por voluntad propia sus cenizas regresarán a La Habana el día que Cuba sea libre.


Editorial

viernes, 11 de octubre de 2002

Adiós, Amigo

ESTE PERIODICO y Puerto Rico han perdido un baluarte de la defensa de las libertades ciudadanas. Hemos perdido un ser humano de incuestionable verticalidad y pasión por su profesión.

Es muy difícil definir a Carlos Castañeda. Su obra más bien lo define a él. Y gran parte de ella ha quedado plasmada en las páginas de este diario.

Por 32 años Castañeda estuvo vinculado a este periódico. Los primeros 20 como Director editorial y los últimos 12 como consultor y miembro de la Junta de Directores.

Castañeda fue un visionario. Cuando nos acercamos a él en 1970 buscábamos a alguien que pudiera darle una voz a una nueva generación de puertorriqueños que emergía junto a un Puerto Rico moderno y dinámico.

El fue el hombre responsable de que El Nuevo Día se convirtiera en la voz no sólo de una generación de puertorriqueños; sino de todos los puertorriqueños.

Insufló con su dinamismo nuevos aires en el periodismo puertorriqueño conjugando la agilidad gráfica y tipográfica, con el compromiso y urgencia de la palabra escrita. Abrió además nuevos talleres de trabajo para jóvenes periodistas a quienes acogió bajo su ala como sus discípulos.

Si bien El Nuevo Día irrumpió en el mercado como una alternativa, el olfato noticioso de Castañeda lo llevó a capturar y adueñarse de la noticia convirtiendo eventualmente a este diario en una necesidad de lectura para miles de puertorriqueños.

Sobre todo, Castañeda fue un verdadero paladín de la libertad de prensa, de expresión y de pensamiento. Abrió nuestras páginas a todas las ideas sin distinción política o de otra índole.

Luchó contra las mordazas de prensa que distintos Gobernadores solapadamente y no tan solapadamente trataron de imponer a los medios. Su misma existencia como persona y como periodista dependía de sus grandes ansias por todas las libertades e hizo de El Nuevo Día un foro para defenderlas.

Fue un hombre vertical y enamorado de su profesión. Contagiaba con su pasión y su fuerza saltaba a los colores, titulares y reportajes que por 20 años engalanaron nuestras páginas.

Carlitos, Don Carlos, Castañeda. Tu nombre permea nuestro diario y nuestra Redacción como el humo de tu tabaco. Fuiste maestro y sobre todo, hermano y amigo.

Descansa en paz.

Entre los papeles de Castañeda fue hallado este borrador de editorial escrito el 2 de abril de 1997, que  somete para la consideración y discusión con el editor del periódico. Trata sobre una situación que considera una "amenaza preocupante" y un "atentado flagrante contra la libertad de expresión."

Una amenaza preocupante

La libertad de expresión y de prensa constituyen las manifestaciones más vigorosas de los principios de libertad y demoracia en que se asienta la sociedad puertorriqueña.  La libertad de expresión alimenta la dinámica ciudadana a manifestar lo que piensa, a adoptar posturas en la sociedad, a demandar ser oído, a exigir participación en las decisiones del estado.  Solamente es posible mantener una sociedad democrática si prevalecen la libre expresión y el debate de ideas, la búsqueda y difusión de la información, el derecho a cuestionar y a discrepar.  La libertad de expresión es un derecho fundamental del hombre.

Por considerar que esa libertad de opinar es el basamento del concepto pluralista que alienta a la sociedad democrática, es que este periódico expresa hoy su preocupación por las amenazas y coacciones a que en las últimas semanas se ha visto sometido un columnista de ese diario.  Mayor es la preocupación cuando el proceso de intimidación parte de abogados y funcionarios judiciales que deben saber que este columnista, abogado de profesión, está solamente ejerciendo derechos garantizados por la Constitución de Puerto Rico y por la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.

Amenazar con aplicar sanciones éticas y disciplinarias profesionales a un abogado en funciones de columnista, por opiniones expresadas en términos generalizados, fuera del foro judicial, en las páginas de este diario, resulta un atentado flagrante contra la libre expresión.  Quiere penalizársele en la práctica de abogado, a un profesional que desde hace nueve años rinde labores de columnista en este periódico.  Parecería que se pretende silenciar su voz crítica.  En la democracia puertorriqueña nadie, incluída la Prensa, puede aspirar a no estar sujeto al escrutinio y al juicio público.  Mucho menos, el Poder Judicial al que corresponde velar por la integridad de esos principios, aún cuando el libre ejercicio de la libertad de expresión resulte crítico a los jueces: así se distingue la democracia puertorriqueña de los totalitarismos caducos, ya sea el capitalismo-leninismo de Beijing o el fidelismo de La Habana.

El momento no es para debates estériles ni para pugnas que sirvan para agitar descoloridas banderas ideológicas.  Puerto Rico necesita cerrar filas en los momentos cruciales que se avecinan.  La decisión del destino y el bienestar económico de los puertorriqueños, cara al nuevo milenio, exige el esfuerzo de sus mejores hijos por sobre las mezquindades y los viejos agravios partidistas.